El rincón del melómano: El primer rockstar de la historia
Si yo te pregunto ¿Quién fue el primer gran rockstar de la historia? seguro se te vienen a la cabeza muchos nombres. Elvis Presley, Janis Joplin, David Bowie, Mick Jagger…todos ellos se disputan el título. Pero no. El primer “rockstar” de la historia… ¡ni siquiera fue un intérprete de rock! Tenemos que viajar en el tiempo al siglo XIX para conocer la historia de un músico incomparable para su época… y que sin darse cuenta crearía un legado.
El violinista del diablo
Una carroza negra, jalada por caballos negros, se detiene frente a la sala de conciertos. De ella sale un tipo con el cabello hasta los hombros y vestido completamente de negro. Quizás inmediatamente se te venga a la cabeza Black Sabbath, Deep Purple, o Alice Cooper. Pero no. Es Niccoló Paganini, el apodado como “violinista del diablo.”
Nació el 27 de octubre de 1782 en la ciudad de Génova, en Italia. Hijo de Antonio Paganini y Teresa Boccardio, comenzó sus estudios de música a la corta edad de 5 años. Primero por su padre aprendió la mandolina, para luego cambiarse definitivamente a los siete años al violín. Paganini pronto demostró ser un prodigio. Sin embargo, más que ser la música una pasión, era más algo impuesto por su estricto e implacable padre, que le hacía practicar hasta 10 horas al día.
Paganini rápidamente hizo del violín su instrumento de cabecera y su acompañante del día a día. A los 9 años se presentó por primera vez en vivo. A los 10 años contrajo sarampión y estuvo a punto de morir, pero se recuperó y siguió progresando con el instrumento, bajo el tutelaje de grandes virtuosos como Giovanni Servetto y Alessandro Rolla. A los 12 años, comenzó una serie de presentaciones en el area de Lombardia y no fue hasta los 16 años que se hizo conocido. Entre 1805 y 1813 fue director musical en la corte de María Anna Elisa de Toscana, hermana de Napoleón Bonaparte. En esa época aprendió también guitarra y piano.
El apodo que recibía, “el violinista del diablo”, se debe a los viles y exagerados rumores que circulaban entre sus conocidos. Y es que el virtuosismo de Paganini no se atribuía simplemente a un don nato. Había quienes creían que el artista había hecho un pacto con el mismísimo Lucifer para desarrollar su técnica y velocidad. El prejuicio era tan grande, que en su lecho de muerte se incluyó una sepultura católica.
Un asistente a unos de sus conciertos lo recuerda así, “se presentaba a tocar con fuego iluminando el escenario. De su violín salía notas prodigiosas y detrás de él todo parecía arder en llamas. Entonces su figura crecía aun más, y se volvía un verdadero coloso.”
Los mil y un padecimientos
Siempre se caracterizó por una salud débil. A los 10 años estuvo a punto de morir por sarampión; en 1819 se le diagnosticó tuberculosis; y en los años 1834 y 1840 tuvo dos fuertes brotes de hemoptisis, siendo el segundo el que precipitó su pesaroso final.
En 1829, Paganini viajó a Viena, en 1831 a París, y en 1833 a Londres. Mientras tanto, entró en una fase autodestructiva. No pudo manejar bien la fama, y se alcoholizaba continuamente. Una dama desconocida lo salvó de este episodio y se lo llevó de vuelta a París, dónde conoció al compositor húngaro Franz Liszt, quien quedó impresionado con su destreza y virtuosismo. Colaboraron en un par de ocasiones.
El final de un genio...
En 1836, Paganini quiso probar suerte como empresario y montó un casino, empresa que falló y lo llevó a la ruina económica. Debido a esto debió subastar sus preciados instrumentos musicales para pagar sus deudas. En la Navidad de 1838, se fue a Niza, ciudad en Francia, donde su salud se fue deteriorando.
El obispo de esa ciudad le ofreció la oportunidad, aun con lo débil que ya se encontraba, de terminar sus sacramentos faltantes, pero él se negó rotundamente. Paganini se medicaba con mercurio para tratar la sífilis que padecía. En 1840, debido a envenenamiento por el mercurio, sufrió una hemorragia interna y falleció en la casa del presidente del Senado. Debido a su reputación como hereje (no debido a los rumores sobre su pacto), se le negó el entierro en tierra consagrada. En vez de esto, su cuerpo fue embalsamado y almacenado en el sótano de la casa donde había fallecido.
El principio de una leyenda
Paganini revolucionó la técnica en el violín y sirvió de inspiración para otros músicos, como su contemporáneo Franz Liszt, Johannes Brahms, Serguéi Rajmáninov, Fréderic Chopin, y Boris Blacher. Pero también para artistas virtuosos contemporáneos, como los guitarristas Robert Fripp, Yngwie Malmsteen, Jason Becker, Uli Jon Roth y Michael Romeo; e inclusive para Andrew Lloyd Webber, creador de Cats y El Fantasma de la Opera.
Romanticismo: La emoción humana hecha arte
El Romanticismo es un movimiento artístico que surgió en Europa a finales del siglo XVIII y principios del XIX, principalmente en Alemania y Reino Unido. A diferencia de los clásicos y neoclasicistas, quienes se centraban en la orden, la calma y la racionalidad, los románticos buscaban exaltar la belleza y los ideales, dando rienda suelta a los emociones y creando como resultado piezas donde impera la expresión emocional y la subjetividad. La naturaleza, el surrealismo, y la nostalgia en el pasado son temas recurrentes en las piezas románticas, en las que el artista buscaba escapar de la realidad que le rodeaba.
Paganini fue uno de los máximos exponentes de la corriente musical del Romanticismo. De hecho se le considera su mayor exponente. Y ese es el tipo de música que él creaba. Más que deleitar el intelecto, iba directo a las entrañas, a lo visceral, a lo más profundo y abrupto de la emoción humana. Eso explica por qué siempre llegaba en una carroza vestido de negro y se pavoneaba por el escenario como una estrella de rock.
Y aquí está. Ya conocieron al verdadero creador del cliché de estrella de rock que todos tenemos. Pero al final, Paganini era como todos los que le siguieron: era un ser humano atormentado y que no pudo soportar el peso de ser una celebridad.
😮 Que ganas de haberlo visto en el escenario!