Narrativa ficticia a modo de entrada de diario.
11 de marzo de 2022.
Querido diario:
Mi nombre es Alan, y aún recuerdo este día como si hubiera sido ayer. Estoy más que feliz de compartirlo contigo.
Primero que nada, algo que debes saber de mí: Durante mis años escolares siempre fui un estudiante ejemplar. No era de sorprenderse, puesto que mi mamá es bióloga marina y mi papá es profesor de matemáticas en una universidad. Nunca faltaba a clases (excepto claro, cuando estaba enfermo o cuando la escuela cerraba), nunca le hacía bullying a nadie, y nunca hacía trampa en los exámenes. Simple y sencillamente daba lo mejor de mí, y nunca vi la escuela como una mera obligación, sino como parte de mi vida. Era el alumno el cual todos los profesores estaban encantados de tener en sus clases. Y no solo eso, si no que, a pesar de ser sobresaliente, lograba encajar con el resto de mis compañeros. Era una persona relativamente normal, sin pretensiones ni aires de importancia, y no había un solo día que regresara de clases con problemas o malas noticias.
Mi materia favorita en la escuela siempre fue Ciencias Experimentales (o Naturales cómo lo quieran ver), sobre todo física y biología. Cada año, el comité escolar organizaba una feria de ciencias. Todos los años participaba, resultando siempre el ganador en todas y cada una de ellas. En una de esas ferias, el premio al primer lugar eran $50,000 en efectivo y un modelo a escala del planeta Júpiter (que en realidad no era más que una pelota de playa pintada y con el nombre del gigante gaseoso.) Tenía que entrar. Mi mamá quería remodelar de la casa y, seguramente, con esos 50,000 ¡completaría la suma de dinero necesaria!
Mi hermana menor Mireya también sufrió los efectos de ser hija de académicos. Era tan estudiosa como yo. Muchas veces hasta hacíamos una competencia en la casa para ver quien de los dos regresaba con las mejores calificaciones a lo largo de toda la semana, y el ganador recibía privilegios especiales durante el fin de semana, como invitar a un amigo o decidir a dónde ir a cenar. Pero, a pesar de la competencia, seguíamos siendo hermanos y nos apoyábamos con la tarea o con un proyecto escolar cuando lo necesitábamos. Y ahora le tocaba a ella ayudarme, puesto que quería, para dicha feria…hacer algo completamente nuevo y original.
(A partir de aquí, lo que Alan escriba en su diario aparece con un V.O., y las conversaciones que tiene con los otros personajes aparecen de manera normal).
Alan: ¿Qué opinas? Todos los años hago un proyecto de magnetismo, pero ya se ha vuelto predecible. Quiero algo nuevo y original, algo atrevido.
Mireya: ¡Uy, ya sé! El tío de Paz, mi mejor amiga, es inventor, ¡y es un romántico empedernido! Después de años, logró encontrar ese flechazo de amor que tanto ansiaba. Conoció a una mujer que lo dejó prendido, pero ¿cómo hacer para enamorarla? ¡Dio en el clavo! Juntó varias bobinas de Tesla que había en su laboratorio, y con ellas creó una especie de máquina musical casera.
Alan: ¿Máquina musical?
Mireya: ¡Sí, no te estoy engañando! Y entonces, la llevó afuera de la casa de la mujer, y ¡logró que tocaran su canción favorita! ¡Deberías hacer lo mismo! Puedes hacer una presentación y, las canciones que tus compañeros les gusten…¡y así asombrar a todos!
Alan: ¡Mireya, eres una pequeña genia! (le besa la frente y le revuelve el cabello a lo que ella ríe.)
Mireya: ¿Y cuándo es la feria?
Alan: Dentro de seis días.
Mireya: ¡Pues vamos a trabajar! ¡Yo te ayudo!
Alan: Perfecto.
(Empieza un montaje de los dos hermanos construyendo dicha máquina.)
Alan (V.O.): Trabajando en equipo, logramos terminar la máquina.
Alan (V.O.): Seis días después, llegó el día de la feria. Mis papás y Mireya estaban sentados en las gradas. Básicamente todos los chicos de mi salón estaban compitiendo. ¡Ah, se me olvidaba! Debo presentar a otro personaje importante en esta historia: Vanessa. Vanessa era esa típica chica vivaracha y alegre, que siempre contagiaba sus buenas vibras a los demás. Siempre usaba ropa con alfileres y números de sus equipos deportivos favoritos, y siempre se le veía con papitas o una golosina en la mano. Además, era demasiado creativa y a todo le encontraba una solución original. Algunas niñas, las típicas ricachonas de la escuela, se burlaban de ella por lo poco femenina que ella, y siempre que pasaba eso la defendía, y siempre terminaba yo como objeto de burla también. Éramos muy buenos amigos y nos llevábamos bien, a pesar de no ser los mejores amigos. Esa era la primera vez que se animó a participar en la feria de ciencias por insistencia mía. Y por pura casualidad, nuestras mesas de exhibición se encontraban juntas. Solo que la suya estaba vacía excepto por un proyector de diapositivas nada más. Nos vimos y nos abrazamos.
Alan (apunta a su mesa que tiene un proyector): Déjame adivinar, ¿algo original?
Vanessa: ¡Sí! (mira la mesa de él.) ¿Por qué no veo un imán ahí?
Alan: Me decidí a ser tan espontáneo como tú este año.
Vanessa: ¡Uf! ¡A ti nadie te ha vencido nunca! No creo que tenga oportunidades de ganar, pero espero que así sea. Es que…verás, mi abuela está en el hospital. Le dio un infarto, y las cuentas médicas son bien caras.
Alan (sintiéndose mal, le pone una mano en el hombro): Oh, lo siento mucho.
Vanessa: No te preocupes. (Le hace un gesto.) Todo indica a que, si se cubren en su totalidad, regresará a casa muy bien, como si nada hubiera pasado.
(Hay unos segundos de silencio mientras ambos se sirven algo de agua y se preparan mentalmente. Este silencio es sólo interrumpido por el sonido que hace Vanessa al masticar los chicharrones que se está comiendo, tras lo cual le extiende la mano a su amigo.)
Vanessa: Bueno, pues…que el más espontáneo de los dos gane.
(Ambos se dan la mano, tras lo cual alguien carraspea, indicándoles a todos que se preparen puesto que la feria está por empezar.)
Alan (V.O.): Todo el evento duró como dos horas, en lo que llegaban a nuestras mesas. Vanessa fue la primera de los dos en ser inspeccionada. Como era de esperarse, ella tenía algo original y diferente preparado.
(Vemos como Vanessa acciona el proyector, y empieza una película sobre plantas, con una narración y una especie de video demostración).
Narración: Las plantas. Las plantas son el alma y esencia del planeta. Pero ¿nunca se han puesto a pensar en cómo reaccionan las plantas ante ciertos estímulos? Primero, ¿Cómo reaccionan las plantas ante ciertos tipos de fertilizantes?
Alan (V.O.): La grabación continuó como por otros cinco minutos, demostrando entre otras cosas, como reaccionan las plantas en ciertos climas, en las estaciones, etc. En cuanto terminó, todos los estudiantes, incluido yo, aplaudimos, mientras que los jueces no sabían que pensar. Típico de Vanessa: deja a todos confundidos la primera vez que la conocen.
Juez #1: OK. Eso fue…interesante. Gracias, Vanessa.
Juez #3: En unos minutos sabrás nuestra decisión.
Jueza #2: Mientras tanto, he aquí la estrella de la feria de ciencias: ¡Alan!
Alan: Muchas gracias. Bien, amigos, saben que soy un gran fan del magnetismo, y normalmente traería un proyecto relacionado al magnetismo aquí a la feria. Sin embargo…este año decidí hacer algo diferente.
(Quita la cubierta del proyecto y todos quedan impactados desde el mero diseño.)
Alan: Con estas bobinas de Tesla, experimentaremos con melodiosos acordes y sonidos. En otras palabras…¡experimentaremos con música!
(Todos aplauden mientras Alan conecta unos circuitos, presiona unos botones y jala una palanca. Comienza a sonar, de forma instrumental, la canción “Roar” de Katy Perry acompañada por el chispazo de electricidad de las bobinas. Todos quedan asombrados. Vanessa le da un pulgar arriba.)
Alan (V.O.): Sobra decirlo, ¡mi invento fue un éxito!
Juez #1: Alan, nunca dejas de impresionar.
Jueza #2: ¡Es de lo mejor que hemos visto en años!
Juez #3: No es por ser precipitado, pero diría que ya tienes ganado el concurso.
(Alan les agradece a los jueces quienes se van a deliberar el resultado. Cinco minutos después, regresan.)
Juez #3: Unánimemente, y sin una sola pizca de duda, ¡Alan es el ganador de esta feria!
(Cae confeti del techo y el público ovaciona de pie. Toda la familia de Alan se para y corre a abrazarlo mientras le dan el trofeo. Vanessa se queda a un lado de pie, aplaudiendo también, pero Mireya, a quien le cae bien y la considera parte de la familia, la empuja hacia el abrazo.)
Alan (V.O.): Como por décima vez consecutiva, había ganado la feria de ciencias. Al día siguiente, después de regresar de la escuela, nos llegaron los $50,000 en efectivo. ¡Por fin mi mamá podría remodelar la casa! Pero en ese momento, el teléfono sonó. ¡Era Vanessa!
Alan: Vanessa. Te escuchas ajetreada, ¿Qué pasó?
Vanessa: Mi abuela tuvo un segundo infarto. Está bien grave.
Alan (sintiéndose mal): Vamos en camino.
Alan (V.O.): Pensando rápido, tomé el dinero y yo y Mireya pedaleamos en nuestras bicicletas hacia el hospital. Ahí, justo afuera del edificio, encontramos a Vanessa, quien se veía irregularmente preocupada. Me incomodó mucho verla así, y corrí a abrazarla.
Alan: Vas a ver que todo saldrá bien. Tu abuela es fuerte y va a sobrevivir.
Vanessa: Alan, tengo miedo. De verdad tengo miedo. (Se abraza a él)
Alan (V.O.): No era usual oír a Vanessa decir que tenía miedo. Generalmente era muy optimista. No podía verla así. Sabía lo que debía hacer. Para su enorme sorpresa, le puse en las manos los $50,000 que había ganado.
Alan: Ten. No sé si alcance, pero es suficiente.
Vanessa: ¿Para qué?
Alan: Para las cuentas médicas de tu abuela.
Vanessa: Alan, no puedo aceptarlo. Es tu dinero y tú te lo ganaste.
Alan: Tú lo necesitas mucho más que yo. La remodelación de la casa puede esperar. Esto es más importante.
Alan (V.O.): Y en ese momento, por primera vez vi que del rostro de Vanessa caían lágrimas. Pero eran lágrimas de felicidad, no de tristeza. Se abrazó más fuerte de mí, casi asfixiándome.
Vanessa (entre lágrimas): ¡Eres mi héroe, Alan! ¡Gracias, muchas gracias!
(Mireya se incorpora al abrazo también)
Mireya: Vanessa, eres como una hermana mayor para mí. Me da mucho gusto que tú y mi hermano sean amigos.
Vanessa: Gracias, Mireya.
Mireya: ¡Y quién sabe! ¡Tal vez terminen de novios! (Grita emocionada.)
Alan: Em…no nos adelantemos.
Alan (V.O.): Al final, todo terminó así. La abuela de Vanessa se recuperó, y regresó a casa con sus seres queridos, completamente sana y feliz. Vanessa le confesó que el dinero para pagar su recuperación fue mío, y para agradecernos contactó a un amigo suyo, que resultó ser el dueño de una firma de remodelación y aceptó, como retribución, ¡remodelar nuestra casa gratis!
Lo más importante, sin embargo, es que había hecho una buena acción, para ayudar a mi amiga, y me sentía bien conmigo mismo. Si te cuento esto, diario, es por la lección que aprendí: Se gana mucho por siempre ser el mejor en algo, pero se gana mucho más por ser un buen ser humano.
Por hoy terminamos. Pero mañana te seguiré contando más anécdotas de mi vida.
escrito por Sebastián Velasco
Me encantó esta frase: "Se gana mucho por siempre ser el mejor en algo, pero se gana mucho más por ser un buen ser humano".