No suelo ponerme demasiado personal en el blog, pero considerando que estoy atravesando una etapa muy confusa de mi vida y asumiendo que muchos están en la misma situación, fue que quise hacer esta entrada. Estoy consciente de que la mayoría de las cosas que yo diré en esta pequeña reflexión van a ser objeto de discusión y autoanálisis, y es por eso por lo que me gustaría saber sus opiniones al respecto al finalizar todo esto.
¿Han escuchado la canción “Vienna” de Billy Joel? Todos dicen tener una canción que sienten habla de su vida, que fue escrita precisamente para ellos; y en mi caso esta sería mi canción. Justo ahora, en esta etapa de mi vida, siento que el mensaje de la canción se ajusta más a mi realidad. La ciudad capital es usada como una metáfora para “el mañana”, lo que falta por venir. Y esa es la razón por la cual el mensaje resuena conmigo.
En esta etapa de la vida, llamada “adolescencia”, es cuando ya tienes definidos todos los aspectos de tu vida: tus intereses, tus amigos, tus relaciones familiares, tus opiniones, etc. Los seres humanos somos naturalmente seres de rutina; nuestras rutinas nos brindan una sensación de seguridad, que nos abraza, nos trae calor, y nos hace sentir un asentamiento mental que ningún otro esquema podría brindarnos; o al menos así lo vemos por el momento.
Durante la adolescencia, todo lo que la vida nos da lo consideramos cierto, lo adoptamos como verdadero y se vuelve parte de nuestra rutina, que en esos momentos es la única manera que conocemos de hacer las cosas. El “mañana” aun está muy lejano, disfrutamos el momento y continuamos con nuestros intereses, ideas, amistades, métodos de hacer las cosas…esa familiaridad, fijeza, y certidumbre sobre todo ni siquiera nos obliga a pensar o reflexionar, simple o sencillamente hacemos las cosas que ya nos acostumbramos a hacer sabiendo qué esperar y teniendo garantizado que al día siguiente, quizás dentro de un mes o incluso un año, todo seguirá siendo igual. Y en esos “días dorados” ese sentido de certidumbre es parte de lo que nos define no sólo como adolescentes si no como seres humanos, que muchas veces prefiere la rutina al cambio súbito.
Desafortunadamente, en la vida (sobre todo en esta nueva realidad interconectada, democrática y a paso de bala) el cambio súbito es inevitable. Y la certidumbre es algo que no puede mantenerse, que no puede perdurar. Tarde o temprano la vida nos va a dar un palmazo de realidad, saldremos al mundo y descubriremos que ya nada de lo que nosotros estábamos acostumbrados a hacer es efectivo, ya no va a servir y ya ni siquiera vas a poder saber qué tan cierto es. El tener una rutina y una forma de hacer las cosas no es algo malo; por el contrario, implica disciplina y nos genera comodidad. Pero si no nos ponemos las pilas, y nos aferramos a nuestras rutinas, el mismo mundo nos va a defraudar al mostrarnos por las malas la nueva manera en que se deben hacer las cosas.
Esa es la situación en la que me encuentro. Recientemente (hace menos de una semana de hecho) terminé la escuela preparatoria. Nunca pensé que terminar un curso de estudio me fuera a impactar en lo más profundo, y ahí está parte de la fórmula: que uno muchas veces no valora lo que tiene hasta perderlo. Cuando empecé la escuela lo veía solamente como una obligación más, pero en mis últimos dos años, se había vuelto parte de mi vida. Yo soy naturalmente inteligente y valoro el aprendizaje, además de que tengo una manera específica de hacer las cosas, la cual yo (hasta hace bien poco) sostenía como 100% verdadera. Luego, llegamos al cierre de una era, y experimento esta nueva sensación de inseguridad que nunca había experimentado antes. Decirle adiós a mi sistema en línea, a mi rutina, a la padrísima sensación de todos los días despertarme sabiendo qué esperar y sabiendo que el día siguiente sería igual…me dolió más de lo que yo mismo hubiera imaginado.
Y así como yo, hay muchas personas, sobre todo chavos de mi edad que están a punto de convertirse en adultos, actualmente experimentando esta transición, que vino súbitamente y que se ha convertido en una carga. A todas estas personas les digo que no están solos, este sentimiento es universal y es parte de la condición humana. A ti, mi querido lector, que esta nueva sensación te asusta, y te hace cuestionar tu sanidad, te traigo una miniguía con 3 pasos que son fundamentales para sortearla y seguir adelante.
#1: No pienses las cosas de más. Te aseguro que tú, al igual que todos los seres humanos, tienes una vocecita interna que siempre intenta apoderarse de tus sentimientos, de tus emociones y de tu inteligencia. Todos los días se mete en tu vida y sus métodos se vuelven más mañosos y agresivos cada vez; simple y sencillamente se rehúsa a perder. Y luego pareciera que hay días que de verdad cumple su objetivo. La clave, entonces, es ignorar a esta voz interna. Mostrarle que no tiene poder sobre ti. Es como lidiar con el bully del salón, o un usuario tóxico haciendo comentarios destructivos en Internet. Debes tener la fortaleza mental para que esta voz interna no se apodere de tu línea de pensamiento y las imágenes y prospectas que transmite no ganen la batalla. Ya está ahí y no puede desaparecer… lo que puedes hacer es decirle, “adelante, aquí estoy, dispárame con lo mejor que tengas, que después de todo esto te agradeceré por haber venido, y seguiré mi camino antes de que puedas descubrir el error que cometiste.” Pero la clave para esto es no pensar de más. Si piensas en exceso, una idea inofensiva se convierte en algo más grande y crea problemas o sensaciones de gratis, que no tienen razón de ser. Así que, si quieres vencer a esta voz interna, permítete descubrir tu voz externa que es la que te permitirá centrarte, eliminar los pensamientos negativos cuando no te sirvan, y cuando sientas necesidad de sacarlos, hacerlo de la manera correcta. Tu cerebro es un músculo…si lo usas de más, los resultados pueden ser (y seguramente serán) catastróficos.
#2: Aprende a fluir. Una de mis frases favoritas de todos los tiempos es, “no siempre obtienes lo que quieres, pero si miras muy dentro descubrirás que obtienes lo que necesitas.” Si bien tú eres dueño de tu vida y lo que quieras hacer con ella, hay contratiempos, percances, que uno no puede predecir. Habrá días en los que descubras que las cosas no salieron como tú las habías imaginado. Y a eso te digo: las cosas siempre van a resultar, de una forma u otra. Es por eso que es importante aprender a fluir y dejar que las cosas ocurran al ritmo y de la forma en que deben ocurrir. En esta etapa de la vida somos ingenuos, impacientes, e impulsivos, y eso muchas veces nos impide ver la letra grande y detenernos a reflexionar, “oye, pues quizás sí hay otra manera. Si el camino A no me sirve, voy por el camino B. Ah no, está repleto de lluvia y lodo. Vamos por el C.” Pero es así. Si un método no resultó, busca otro. Doble mérito si te tropezaste, y triple mérito si tuviste que hacer un esfuerzo adicional, para llegar al final de ese camino. Durante estas dos semanas nada salió como yo esperaba, y ¿sabes qué? Lo único que eso logró fue picarme en el ego y hacerme darme cuenta de que tengo la capacidad para lograr lo que me proponga y que ningún breve episodio de pérdida puede ni va a detenerme.
#3: Amplía tus horizontes. Como mencioné anteriormente, los seres humanos tenemos una capacidad innata para crear rutinas, patrones, esquemas, fórmulas, maneras específicas de hacer las cosas. Y esas rutinas nos generan estabilidad en todas las áreas de nuestra vida. Hay ocasiones en que las rutinas nos sirven; pero en otras situaciones, se vuelven obsoletas y aferrarse a ellas puede ser uno de los peores errores que cometas. En esta etapa de la vida, en la que las cosas comienzan a cambiar de la forma más rápida e incluso dolorosa, descubrirás que tienes que innovar. Tienes que adaptarte. Tienes que cambiar tu manera de hacer las cosas para que estos cambios te afecten de buena manera, y no de mala manera. Parte de eso implica dar un paso adicional, explorar territorio previamente inexplorado, atreverte a hacer cosas que antes ni te imaginarías formarían parte de tu vida. Y todo desde el raciocinio y el cálculo mental, puesto que hay experiencias que quizás tu pienses que no necesitas, pero son fundamentales para tu futuro en cualquier aspecto de este. ¿Quieres estudiar en el extranjero? Aprende otro idioma. ¿Quieres vivir solo? Todos los días levántate, tiende tu cama, arregla tu cuarto, hazte tu desayuno, y haz la limpieza de la casa. No vasta con “visualizar” o “desear” las cosas, las tienes que hacer. Tienes que atreverte. Tienes que salirte de tu zona de confort. Desafiar el estatus quo. Tomar riesgos. Quien no arriesga no gana, y en esta etapa de tu vida por encima de cualquier otra, no arriesgarte sanamente te cerrará muchas puertas.
La vida es riesgo. La vida es búsqueda. La vida es variedad. La vida es en partes iguales ganancia y pérdida, rosa y gris. No puedes predecir todo lo que sucede; un ejemplo podría ser la situación actual del mundo, un virus que vino sin tocar a la puerta y desafió nuestras concepciones sobre lo aceptable. ¿Pero sabes qué? Todo está bien. Es completamente normal sentirse así, y expresarlo. Es sano, es efectivo, y es parte de un proceso que ya es irreversible. A partir de ahora cualquier cosa que pase (tanto positiva como negativa) no puede ser más que un estímulo positivo para todos los días despertarte dispuesto a hacerlo mejor. Lo nuevo siempre incomoda, siempre asusta, siempre lo rechazamos…pero es necesario. Y con el tiempo, el efecto que te genera esta nueva sensación se neutralizará hasta ser prácticamente inútil.
Velo desde la perspectiva de un boxeador novato. Durante las primeras semanas saldrás golpeado, pero al entrenar y sudar todos los días, practicar tus reflejos, y refinar tu estrategia, con el tiempo mejorarás tu desempeño, y llegará el día en que quizás logres resistir ileso todo el combate. De la misma manera, la mentalidad y la actitud correcta te permitirán hacerte uno con la vida, y la próxima vez que esta “voz interna” toque de golpe, no solo no te va a asustar, si no que lo verás como algo que en esta vida nos pasa a todos y es parte de nuestra naturaleza.
Eres fuerte y todo lo puedes. A ratos vendrá y se irá, de ti depende el cómo quieres lidiar con ello.
Espero que esta reflexión les haya servido y recuerden que quiero saber su opinión al respeto.
Muchas gracias por compartir esta reflexión tan personal. A los adolescentes les interesará saber que hay más personas que atraviesan por estos sentimientos y a los adultos nos sirve para comprender que pasa por sus cabezas a veces tan lejanas de nosotros. Te admiro infinito por compartir tu vulnerabilidad y experiencia. Los grandes escritores lo hacen. Gracias