top of page
Foto del escritorSEBASTIAN DIAZ

Una nueva integrante

(Tercera y última parte de la saga de “El Club De Los Cerebritos”)



En la primera escena vemos que Victoria Machorro, una hermosa chica de 13 años con largo pelo naranja y un llamativo vestido rojo, camina por la calle mientras se pone sus audífonos. Empieza a sonar la canción “Barbie Girl” de Aqua y ella se pone a bailar. Perdida en su música, sin darse cuenta choca con otra niña, llamada Hécate.


Hécate: Lo siento.


Victoria (levantándose y sacudiéndose de polvo su vestido): No, o sea, fue mi culpa…

La modista se detiene en cuanto ve la apariencia de Hécate. Tiene el pelo negro, toda su ropa es negra, tiene la cara pálida (aunque en realidad es maquillaje) y sombra de ojos color morado. Por si fuera poco, también tiene cuatro pendientes en cada oreja y un broche para el pelo en forma de calavera.


Victoria: ¡Fuchi! O sea, ¿Qué enfermedad rara tienes tú? ¡Aléjate de mí!

Victoria saca su perfume y rocía sin parar a Hécate. Después saca de su bolso varias blusas amarillas, rosas, y de otros colores llamativos, y se las avienta. Hécate suspira; no es la primera vez que alguien reacciona así al toparse con ella en la calle.


Hécate: Perdón que chocáramos. Creo que debería presentarme. Me llamo Hécate. ¿Y tú…?


Victoria: ¡Tu salvadora!


Hécate (ríe): No necesito que me salves. No estoy enferma.


Victoria: ¿Y, o sea, por qué te ves así?


Hécate: Soy gótica.


Victoria se detiene. Eso lo explica todo.


Hécate: Eso quiere decir que me identifico con un grupo social que…


Victoria (la interrumpe): Sí, sí, ya sé. O sea, el otro día en la clase de Ciencias Sociales la maestra nos habló de tribus urbanas. Si sé lo que es ser gótica o gótico. Solo que, o sea, no suelo ver siempre a una persona que vista de negro o que use calaveras en la cabeza. Perdona si te ofendí, eso fue 0% nice.


Hécate: No hace falta. Honestamente todos siempre reaccionan así cuando me ven.


Victoria: Vaya, o sea eso deber duro.


Hécate: Ya me he acostumbrado. Soy diferente y estoy orgullosa de eso.


Victoria: ¿Entonces, diferente es bueno?


Hécate: Diferente es lo mejor.


Victoria: O sea, ¿quieres ir por un helado? (Saca su tarjeta de crédito) Yo invito.


Hécate: Por mí está bien.


(Las dos chicas ya se encuentran sentadas conociéndose mejor.)


Victoria: O sea, dime más sobre ti. No te he visto en nuestra escuela.


Hécate: Sí, mis papás antes me enviaban a una escuela privada. Pero cómo los niños ahí eran crueles, y por muchas otras cosas me sacaron. Ahora estudio en casa y nunca he vuelto a ir a la escuela.


Victoria: Se nota que realmente la pasaste mal ahí.


Hécate: Sí, ya corrían entre los profesores y alumnos rumores sobre nosotros.


Victoria: ¿”Nosotros”?


Hécate: Sí. Vengo de una familia 100% gótica. Mis papás y mi hermano menor también son góticos. Y todos nos vestimos igual y tenemos los mismos gustos.


Victoria (pensativa): O sea, ¿y en qué trabajan tus papás?


Hécate: Mi papá es diseñador gráfico, y mi mamá es dueña de una boutique para otros góticos para nosotros.


Victoria: O sea, me muero por conocerlos.


Hécate: En algún momento te los presentaré. (Cambia de tema). ¿Quién es tu ídolo?


Victoria: O sea, obvi. Karl Lagerfeld. ¿Y el tuyo?


Hécate: Edgar Allan Poe.


Victoria (confundida, creyendo que está hablando de un diseñador): No, o sea, a ese nunca lo he oído mencionar, may.


Hécate saca de un librito. Es negro y tiene en la portada simplemente el título “EL CUERVO”, y el nombre del autor, Edgar Allan Poe.


Hécate: Te puedo leer los primeros versos si quieres. (Abre el libro, se aclara la garganta, y empieza a leer.) “Una vez, en la lúgubre media noche, mientras fatigado y débil meditaba, precioso volumen de una olvidada doctrina…”

Tras dos minutos, se ve que Victoria ha quedado cautivada.


Hécate: ¿Qué te pareció?


Victoria: OMG, eso no estuvo nada mal.


De su bolsa de Sfera, saca el libro Pulsaciones de Javier Ruescas.


Hécate: ¿Y eso que es?


Victoria: O sea, mi libro favorito. Estoy dispuesta a hacer un intercambio.


Hécate: Por mí perfecto, porque te tienes que cultivar.


Victoria: Y tú te tienes que actualizar.


Las chicas cambian libros, y luego siguen comiéndose sus helados.


Al día siguiente, a Victoria se le ocurre la idea de presentar a Hécate a su grupo de amigos del colegio.


Hécate: No lo sé, Victoria. No me siento cómoda conociendo gente nueva.


Victoria: O sea, nada de qué preocuparse. Ellos no son para nada prejuiciosos. Además, a ellos les gustan los libros también, así que quedarán encantados contigo.


Hécate: OK. Vamos.


Los otros seis amigos de Victoria (Enrique, Carlos, Mariel, Ramona, Pablo y Antonio) se encontraban sentados en la biblioteca de su escuela. Era un día sábado, pero ellos siempre disfrutaban de reunirse ahí a comer aun fuera del horario escolar para leer y cultivar su mente. Voltean a ver a Victoria y Mariel, su mejor amiga, se levanta y la abraza.


Mariel: ¡Creímos que no llegarías!


Victoria: O sea, solo tenía que encargarme de algo, cariño.


Enrique: ¡Ven! ¡Siéntate con nosotros!


Victoria se acerca a su silla cargando una para Hécate también, quien se sienta a su lado. Luego la introduce a los demás.


Victoria: O sea, mis mays, ella es Hécate. La conocí ayer.


Los chicos se quedan sorprendidos y Hécate se incomoda, pensando que ha causado una mala primera impresión.


Pablo: Eres…peculiar.


Hécate (sonríe): Gracias.


Carlos: ¿No te incomodó nuestra reacción?


Victoria: Ya está acostumbrada, tesoro.


A medida que los amigos comen, se quedan fascinados con la personalidad profunda de Hécate.


Ramona: ¡¿Eres poetisa?!


Victoria: ¡O sea, claro que sí! ¡Léeles algo, cariño!


La gótica abre su libro de arte en donde tienes varios poemas anotados. Se detiene en su favorito y lo lee en voz alta al grupo.


Hécate: A la biología soy aversa. Pero qué materia tan perversa. Es la forma en la que tratan al animal. Es la falta de respeto a todo lo natural. Tú, con el cuchillo en la mano, ¿cuenta no te das, que lo que tú llamas aprendizaje, no es más que crueldad? Biología.


Al terminar el poema el grupo chasquea los dedos cortésmente mientras Hécate hace una pequeña reverencia.


Victoria: ¡O sea, les dije que era increíble!


Hécate: Gracias, Victoria.


Los chicos entonces susurran entre ellos y finalmente toman una decisión.


Antonio: Hécate, ¿te gustaría formar parte de nuestro grupo?


Mariel: No es necesario que vengas a la escuela con nosotros. Siempre nos reunimos después del horario escolar, y ahora eso te incluye a ti.


Hécate no puede creer lo que está oyendo.


Hécate (inusualmente estática): ¡Sí!


Mariel saca de su bolsa una estampa en forma de libro y la coloca en su frente.


Mariel: Bienvenida.


Los chicos le echan porras a Hécate mientras que Victoria la abraza.


Al terminar su almuerzo diario, Victoria ahora ha llevado a Hécate hacia la cuadra donde vive.


Victoria: ¿Ves? 100% cool.


Hécate: No puedo terminar de agradecerte lo que has hecho por mí, Victoria. Es raro encontrar a alguien a alguien tan amable como tú, y como tus amigos. Un placer ser parte de su grupo,


Victoria: O sea, de nada, y no te arrepentirás.


Las chicas se abrazan nuevamente y Hécate entra a su casa.


Pasan los días y vemos que, gracias a su nueva amistad, Victoria se ha interesado muchísimo en la cultura gótica. Estos últimos días, ha estado indagando todo lo posible en los medios. Gracias a esto, ha descubierto autores como Sylvia Plath y Joan Aiken, y películas como Los Locos Adams y El Joven Manos de Tijera. Su celular, además de las típicas canciones de Natalia Lafourcade, ahora también tiene canciones de The Cure, Bauhaus, y Evanescence.


Los padres de Victoria entran, genuinamente sorprendidos. Victoria solo voltea a saludarlos.


Victoria: Hola, mamá. Hola, papá.


Sra. Machorro: Hola, Victoria.


Victoria: O sea, ¿Qué tal el trabajo?


Sr. Machorro: Agotador, y sin embargo no lo suficiente cómo para no notar lo raro que te has estado comportando estos días.


Victoria (inicialmente confundida, se da cuenta de la película que está viendo): ¿Ah, eso? O sea, solamente estudiando para un proyecto escolar.


Sra. Machorro: Sólo eso, amor. Un proyecto escolar.


Sr. Machorro: Bueno, pues no te distraemos más. Concéntrate en eso.


Los padres de Victoria salen. Victoria suspira. El secreto está a salvo, ¿cómo explicarles que sus recientes nuevos intereses se deben a su amistad con Hécate? Después de todo, sus padres son como era ella en un principio: Superficiales e intolerantes. Si supieran que su hija anda con una gótica, se armaría.


Al reflexionar, Victoria se da cuenta de lo mucho que ha cambiado a lo largo de estos últimos dos años. A los once y cuando estaba todavía en primaria, se sentiría contenta simple y sencillamente acaparando la venta de liquidación en Tommy Hilfiger, y juntándose con pura gente como ella. Pero tras conocer a sus amigos del club de los cerebritos, y a Hécate, se ha vuelto mejor persona. No sería quién es hoy de no ser por ellos. Y luego se pone a pensar en todo lo que Hécate le ha dicho sobre cómo es juzgada y atacada por los demás, quienes la llaman “bruja”, la empujan en la calle, le

dejan recados insultantes en su diario, y se alejan de ella pensando que los va a embrujar. Eso, para ser honestos, le hace hervir la sangre. Hécate no se está metiendo con nadie, ¿verdad? Entonces ¿por qué se meterían con ella? Y se dispone a proteger a su nueva amiga de las burlas.


Después de dos semanas de este incidente, Hécate por fin le va a presentar a Victoria a sus padres. Ambos están fuera de la casa de la gótica, pero completamente diferentes. ¡Victoria está maquillada como Hécate, mientras que esta otra trae puesta una playera rosa con un emoji de cara sonriente! Vaya, parece que sí se han influenciado una a la otra. Los padres de Hécate abren la puerta y se sorprenden al ver lo que su hija trae puesta.


Elsinor: ¡Hécate!


Tristán: ¿Qué traes puesto?


Hécate: Adentro les explico. ¿Nos dejan pasar?


Ellos no dicen nada y simplemente los dejan pasar. Ahora todos están en la sala donde los padres de Hécate, Elsinor y Tristán, y su hermano menor Silas, están sentados en el sillón. Victoria se ha quitado el maquillaje.


Hécate: Y esa es toda la historia. Victoria me ha tratado muy bien estas dos semanas.


Elsinor: Jovencita, te agradecemos lo que has hecho por nuestra hija últimamente.


Tristán: Es raro encontrar gente amable y tolerante. Un placer saber que contamos contigo.


Victoria: O sea, no hay de qué, mis mays.


Silas (dirigiéndose a Victoria): ¿Ya le mencioné lo atractiva que es, señorita Victoria?

Victoria (levemente sonrojada): O sea, solo Victoria, por favor. Y gracias.


Elsinor: Bueno, un placer conocerte, Victoria, pero es hora de que Hécate se ponga a estudiar. Tiene un gran examen el viernes para asegurarse de que sí ha estado trabajando el material toda la semana.


Victoria: Pero por supuesto, Elsinor. Un placer conocerlos igual. Y nos vemos después para el almuerzo, Hécate.


Hécate: Sí, Victoria. Gracias.


Ya pasaron cinco horas y el grupo de cerebritos está en su cafetería favorita en el centro comercial para comer. A la distancia, Victoria puede ver a Hécate. Se saludan. En ese momento, sin embargo, llegan dos chicas llamadas Jasmín y Alice. Victoria las reconoce como viejas amigas y las saluda también, hasta que ellas se dirigen hacia Hécate.


Alice: Jasmín, ¿ya viste a ese fenómeno?


Jasmín: O sea, ¿cómo no lo voy a ver? (hacia Hécate). Oye, rarita, cuidado con el sol. No te vayas a derretir.


Ambas se ríen despectivamente y Hécate se empieza a incomodar. Victoria reacciona levantándose de la silla muy molesta. Nadie le habla así a Hécate.


Hécate: Ya basta, por favor.


Alice: ¿O qué? ¿Embrujarnos? (con voz fingida). ¡Ay no, que miedo! ¡Por favor, no!


Jasmín: ¡No nos contagies la plaga, por favor!


Las chicas ríen más fuerte que antes y Alice le golpea la mano a Hécate, tirándole su libro. Hécate se nota al borde las lágrimas. “Suficiente”, piensa Victoria. Se acerca y encara a sus examigas, quienes cambian por completo su tono al verla ahí.


Alice: ¡Victoria!


Jasmín: ¿Cómo estás, amiguis?


Victoria: O sea, no me llames así.


Alice (sorprendida por su tono): ¿Qué?


Victoria se dirige a Hécate.


Victoria (recoge su libro y se lo da en la mano): ¿Estás bien?


Hécate: Creo que sí. ¿Las conoces?


Victoria: Sí. Mis examigas. Antes me juntaba todo el tiempo con esas dos y ahora me doy cuenta de que fue un grave error.


Jasmín: OMG. O sea, ¿en serio defiendes a la friki?


Alice: Aléjate de ella, Victoria. Te va a embrujar.


Victoria: O sea, ¿Qué pasa con ustedes? Hécate no le está haciendo daño a nadie. No tienen el derecho a tratarla de esa manera.


Jasmín: Por favor, madura ya, Victoria. Cuando menos te lo esperes, es posible que haga algún ritual demoníaco y nos condene a todos.


Victoria (sacude la cabeza): O sea, no sé como pude juntarme con ustedes durante tanto tiempo (toma la mano de Hécate). Ahora sé quiénes son mis verdaderos amigos (apunta con su cabeza al club de los cerebritos). Que tengan un buen día.


La modista se va, dejando a sus examigas totalmente atónitas.


Hécate: Victoria…muchísimas gracias por defender mi honor.


Victoria: O sea, ¿para qué son las mejores amigas?


Mariel: Lo siento mucho, Hécate.


Enrique: Sí, no les hagas caso. Eres hermosa y especial.


Carlos: Júntate solo con quienes te traten bien y te acepten, y si te vuelven a molestar así, no dudes en decirnos. Nunca te dejes rebajar, ¿OK?


Hécate: Gracias, chicos.


Animada de nuevo, Hécate se sienta a comer con sus nuevos amigos.

FIN

39 visualizaciones1 comentario

Entradas recientes

Ver todo

1 commento


Diana Diaz Peña
Diana Diaz Peña
01 apr 2022

Me encanta Victoria!!!!!

Mi piace
bottom of page